Wednesday 11 November 2009

♥ Las artimañas del Amor


El califa y su mujer

El califa árabe hizo llamar a su secretario:
-Encierra a mi mujer en la torre mientras estoy de viaje –ordenó.
-¡Pero si ella ama a Su Majestad!
-Y yo la amo a ella –respondió el califa-. Pero sigo un viejo proverbio de nuestra tradición: "haz pasar hambre a tu perro y te será fiel; hazlo engordar y te morderá.”
El califa partió hacia la guerra y volvió seis meses después. Al llegar, llamó a su secretario y pidió ver a su esposa.
-Os ha dejado –fue la respuesta del secretario-. Su Majestad citó un bello proverbio antes de partir, pero olvidó otro dicho árabe:
"Si tu perro está preso, acompañará a cualquier persona que le abra la jaula.”

***

El intento de controlar el alma

Muchas veces pensamos que podemos controlar el amor. Y, en ese momento, nos sorprendemos haciéndonos una pregunta absolutamente inútil: “¿merece la pena?”
El amor no respeta esa pregunta. El amor no se deja valorar como una mercancía. Uno de los personajes de la obra La buena alma de Tse-Chuang, de Bertold Brecht, nos habla de la verdadera entrega:
"Quiero estar junto a la persona que amo.
No quiero saber el precio que habré de pagar.
No quiero saber si será bueno o malo para mi vida.
No quiero saber si esa persona me quiere o no
Lo único que necesito, lo único que deseo, es estar cerca de la persona que amo”.

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La medida del amor

-Siempre quise saber si era capaz de amar como amas tú –dijo el discípulo hindú a su maestro.
-No existe nada más allá del amor –respondió el maestro-. Es lo que hace girar al mundo y mantiene las estrellas suspendidas en el cielo.
-Lo sé. Pero, ¿cómo puedo saber si mi amor es lo bastante grande?
-Procura saber si te entregas, o si por el contrario, huyes de tus emociones. Pero no te hagas preguntas como ésa, pues el amor no es grande ni pequeño. No se puede medir un sentimiento como se mide una calle: si haces eso, sólo percibirás su reflejo, como el de la luna en un lago, pero no estarás recorriendo su camino.

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La búsqueda contemplativa

Linda Sabatth cogió a sus tres hijos y decidió irse a vivir a una pequeña hacienda en el interior de Canadá; quería dedicarse sólo a la contemplación espiritual.
Antes de que hubiera transcurrido un año, se había enamorado, se había casado de nuevo, había estudiado las técnicas de meditación de los santos, había luchado por una escuela para sus hijos, había hecho amigos y enemigos, había descuidado su tratamiento dental, había tenido un absceso, había hecho auto-stop bajo tormentas de nieve, había aprendido a reparar el coche, había tenido que deshelar las cañerías, había hecho milagros con el dinero de la pensión para llegar a fin de mes, había vivido del subsidio de desempleo, había dormido sin calefacción, había reído sin motivo, había llorado de desesperación, había construido una capilla, había hecho reparaciones en la casa, había pintado paredes, había impartido cursos sobre contemplación espiritual!
-Y al final entendí que una vida de oración no significa aislamiento –dijo-. El amor es tan grande que hay que dividirlo.



(Autor: Paulo Coelho)

Tuesday 10 November 2009

• Para aquellos momentos...


Nunca te dejes arrastrar débilmente hacia una derrota posiblemente previsible.


Aun en las circunstancias más terribles, mantén en alto tu dignidad y tu fortaleza, que tu voluntad se oriente siempre hacia el pico más alto de un logro interior. Para ello debes siempre mantener el sentido común alerta y buscar la claridad del pensamiento a pesar de miles de tribulaciones internas.


Sabrás que hay personas que tratan de entorpecer los caminos para su bien propio sin importarles lo que sientas.


En esos casos debes mostrarte amable y dócil, pero mantén siempre una voluntad de acero en tu alma.


Hay circunstancias en la vida en que uno debe mantenerse bajo el resguardo de miradas ajenas, porque ésa es la manera en que te atrapan, saben lo que haces, dónde vas, qué cosas te gustan y cuáles son las que te disgustan.


De esta manera adquieren cierto dominio sobre TÍ.


En esos momentos debes mantener tus pensamientos claros pero sin mostrar tus ideas o tus proyectos, guardalos para un momento más oportuno, ya llegará el tiempo de actuar y disponer.


No te sientas derrotado ni aun derrotado, a veces una retirada a tiempo es más inteligente que una necia actitud que desgasta hasta al más fuerte.


A veces una retirada a tiempo es más valiente que continuar con situaciones que corroen el alma.


Es una manera de preservar la iluminación interior para que algún día te destaques ante quienes realmente valorarán tus aptitudes.


En épocas nefastas es necesario ser cauto y reservarse las opiniones, no se debe atraer a personas soberbias o desconsideradas, sería inútil reclamar atención por parte de ellas, pues su intención jamás se orientaría hacia lo que buscamos que es la comprensión y ayuda en los momentos difíciles.


Cuando estés frente a situaciones que tienden a vencerte y ya no encuentres más fuerzas para luchar, no resistas ya el mal, déjalo pasar.


Si continuas luchando cuando no se pueda hacer más, lo único que ganarías sería quedar enredado en eternas disputas que al fin y al cabo terminarán venciéndote por segunda vez.

Para preservarte de los peligros y de otras derrotas, en momentos difíciles, conserva la paz en tu alma, no olvides nunca tus objetivos y muestra una imagen más cautelosa que de costumbre, es la única manera en que no atraerás más derrotas a tu vida.


Cuando el mal tiempo haya pasado será cuestión de ordenar las relaciones interiores de tu yo con respecto a las demás cosas y personas, y en lo posible ocupar el lugar que te corresponde.


Deja que a cada cual le llegue lo que le tenga que llegar.


Para que tu luz interior vuelva a brillar, antes debes protegerla y guardarte de exponerte inútilmente a la manipulación externa, cuando el mal tiempo haya llegado a su máxima expresión, finalmente se hundirá en sus propios lodos, será entonces el tiempo en que el brillo de tu alma puede obtener la victoria, será el tiempo de dejar creencias de antiguas derrotas en el pasado y volver a empezar, volver a mover tus alas hacia los más altos ideales de tu cielo interior.



Autor: Desconcocido